A la sombra y en silencio

CARTA DEL EDITOR
Dpto. Comunicación SECOT

Este es el título de un libro que presentó la presidenta de la Comunidad de Madrid hace unas semanas. Su autor es un joven, pero no inmaduro autor que firma bajo el seudónimo de Ulises Hocking. Pero como esta carta editorial no está destinada –al menos eso creo- a hacer críticas literarias, tomo la historia del actor principal de este libro para rendir un homenaje a alguien que no lo espera, ni lo desea; pero lo merece.

Por cierto, el libro, el autor y sus padres, también lo merecen.

Piensan algunos –yo entre ellos- que la manera más directa y auténtica de comunicarse es el silencio. El proceso que desencadena el habla tiene muchos pasos intermedios: Enzimas del emisor que producen impulsos eléctricos que a su vez accionan músculos, huesos y órganos, que producen vibraciones que se convierten en ondas que hacen vibrar una membrana que genera impulsos eléctricos y finalmente se transforman en conceptos en el receptor. Demasiados pasos para evitar las interferencias. A pesar de ello rompo mi silencio sacando este editorial a la luz, pues había prometido contar la historia de “El Guanche”.

Nunca supo quien lo trajo al mundo. A las pocas horas de nacer alguien lo depositó en una iglesia perdida en un monte insular. (Hay personas a quienes las islas les producen una fuerte inspiración). Para su fortuna, el cura que la atendía, había sido destinado a ese remoto lugar precisamente por decir la verdad. No es infrecuente. Sus cualidades físicas pero también intelectuales, le hicieron destacar pronto. Pero sabía a donde quería ir y muy joven corrió a la búsqueda de su futuro y su destino. Vivió con arrojo los acontecimientos difíciles que tantos quieren ahora reinventar. Su imaginación y su nobleza de espíritu le hicieron superar todas las dificultades, supo callar y hacer. Pocos supieron lo que pensaba de verdad. No esperaba lealtad, pero siempre la dio. Las heridas de la vida, las alegrías –muchas- y las penas inevitables de los hijos y casi hijos no consiguieron ni horadar su ilusión ni su templanza. La madurez que no transcendió a su físico, pues la belleza une la cara y el alma, le dio serenidad tanto interior, que siempre la tuvo, como exterior. Cuando llegó su momento, supo retirarse para quedar “A la sombra y en silencio” dejando a otros que siguieran su camino. No se ha ido. Ahí está y estará siempre para los que le quieren. A ellos tiene que dedicarse ahora, pues desde la sombra y en silencio, quien tiene que saber que está, lo sabe.
Esta es la historia de “El Guanche” pero también lo es de Agatha…vamos a llamarla así, que es otra persona noble y buena, a quien va dedicada esta carta editorial. Tal vez los lectores no sepan de quién hablo,… pero ella cuando lo lea, lo sabrá. ¡Guapa!